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Nicole Valdivia

Violencia doméstica y Femicidio durante la Cuarentena

La Pandemia así como nos ha mostrado el lado más solidario de las personas, también nos ha mostrado con más fuerza los horrores que viven niñas y mujeres en nuestro continente. La cuarentena obligatoria, el hacinamiento, el estrés y la incertidumbre han incrementado notablemente la ola de Feminicidios que enmarcan a Latinoamérica. La situación en el hemisferio sur no ha sido distinta, solo en Perú, se llevaron a cabo 12 Feminicidios y 226 violaciones durante la cuarentena. El programa de ayuda Aurora de dicho país ha informado al menos 2.600 casos de violencia domestica entre el 16 de marzo y el 5 de Mayo. En Bolivia entre el 22 de marzo y el 3 de Mayo se registraron 1.743 denuncias de violencia intrafamiliar hacia mujeres y menores de edad, 11 mujeres fueron asesinadas durante este periodo.

El país transandino marcado por casos como el de Lucía Pérez y multitudinarias marchas bajo la consigna #Niunamenos, no ha podido contrarrestar ni prevenir la fuerte ola de violencia de la que son victimas mujeres y niñas cada día. La sensación de impunidad de los culpables, se hace aún más fuerte al observar casos como en el de Lucía, donde sus asesinos y violadores fueron absueltos de sus crímenes. La Justicia parece ser algo que nunca llega, en un país donde en promedio cada 27 horas -durante la cuarentena- hubo una nueva victima. Entre el 20 de Marzo y el 14 de Abril, 49 mujeres, niñas y trans fueron asesinadas. En el país vecino Chile, la violencia de género aumentó un 70% durante la cuarentena y los casos de violaciones y asesinatos van en aumento.

La violencia no tiene pausa ni entiende de cuarentenas, la violencia de genero es un mal que debe erradicarse de raíz de nuestra sociedad. La justicia debe dejar de ser inalcanzable para la victima y un premio para el victimario. Por qué la prensa, las sociedad y tanto otros se meten con las muertas? Por qué su familias deben escuchar una y otra vez que la chica llevaba una falda corta, que era muy tarde, que había tomado demasiado o que era una puta? Por qué se cuestiona más a la victima que a su agresor? El pasado, la vida sexual, la ropa y la conducta de la victima son analizadas, convirtiéndolas dos veces en victimas de una sociedad patriarcal que busca encontrar excusas para algo inexcusable. Zuleika Esnal retrata muy bien esto en su texto “No me calmo nada” (Fragmento):

¿Por qué cuestionan más mi vida que mi muerte? ¿Por qué te indigna la pared con aerosol más que mi cuerpo flotando en el río, mutilado? ¿Por qué pueden mear, tranquilos, detrás de cualquier árbol y sacudir la pija y perseguirme por la calle pero la puta soy yo? Ayer estaba viva, hoy soy carteles en las marchas. Soy el dolor de mi familia. La foto que lleva al cuello mi mamá. Soy todo lo que no debiera ser, pero está siendo. Pero guarda. Que también soy memoria de las pibas. Y es más fuerte que el olvido de los hombres

La sociedad se indigna frente a las marchas de cuerpos desnudos, frente a los rayados y las manifestaciones pero no pareciera indignarse lo suficiente frente a los asesinatos y violaciones. La justicia ha olvidado su función y pareciera una historia sin final. Sin embargo, no están solas, no estamos solas, somos muchas las que alzaremos las voz, caminaremos lo que haya que caminar y gritaremos, hasta que algún día los gritos de sororidad hayan anulado los gritos de dolor.

Cantamos sin miedo, pedimos justicia Gritamos por cada desaparecida Que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas! Que caiga con fuerza el feminicida Que caiga con fuerza el feminicida

Niunamenos!

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